miércoles, 14 de marzo de 2007

La mujer en mis sueños



Hoy, mientras venía para aquí, ví a la chica más bella.

Fué, sencillamente, impactante. Lo perfecto de su cuerpo bastó y sobró para arrancar mis ojos y mi atención del libro de cuentos que venía leyendo. Mi mirada comenzó a brincar del libro a ella, de ella al libro, en saltos todo lo largos que me permitía el miedo a que me descubriera.

Disfruté de la visión, con esa delicia que da el saberse culpable, el saber que lo que haces no está bien.

Su cintura, sus caderas, sus nalgas, eran sencillamente perfectas. Alguien la diseñó para que pudiera abrazarla, para asirla por esa cinturita y no volverla a soltar.

Mis ojos volvían a cada rato a sus senos (lo siento, pero es lo que más me gusta del cuerpo femenino). Sus curvas, la tersura de su piel, atraían mis ojos, mis ganas y mis labios sin darme opción a defenderme.

Su cabello, cuyo olor solo pude imaginar, dejaba a la vista la curva de su cuello estatuario, y me llenaba de ganas de rozarlo con mis labios. Y sus hombros, cubiertos de pecas! Dios!

Seguro de que su cara no me gustaría, me esforcé para poder verla. Era, sencillamente, increíble... Su boca, plena de besos esperando a ser dados y recibidos. Sus ojos, llenos de inteligencia y brillantes de bondad, eran dos pozos oscuros de paz en un rostro alegre.

Nunca llegué a escuchar su voz, pero mi imaginación me permitió saber cómo sonaba: dulce, alegre, sentida...

No alcancé a ver sus pies --que me disculpe quien los adore-- pues no pude salir de su mitad superior. Podría ser, en lo que a mí concierne, como una Reina de Corazones: igual a partir de la cintura, en ambas direcciones.

Una sonrisa suya hubiera bastado para que me olvidara de mi jornada. Una promesa de que hoy hubiera podido besar sus pechos, para que sus labios se curvaran en suspiros, me hubiera arrancado totalmente de esta rutina, tan ajena a mí.

Dejé pasar mi parada solo para compartir un par de minutos más con ella. Disfruté cada segundo memorizándola para poder recordarla esta noche en mis sueños. Y quiso la vida que nos bajáramos juntos.

La seguí, delante de ella y con el libro olvidado en la mano, mirándola sin verla, sintiéndola sin tocarla, y comenzamos a subir las escaleras juntos. Fuí dolorosamente consciente del largo del trayecto, imaginándola a mi lado, respirando mi aire.

Pero al llegar al tope de la escalera, y voltear confiado, ella no estaba allí. Como si nunca hubiera existido.

La busqué. Me detuve a esperarla un rato. Me devolví sobre mis pasos... Pero sencillamente, ya no existía en mi vida. Lo único que me quedó fué un recuerdo que se difuminaba rápidamente, y un deseo que me quemaba por dentro.

Y una esperanza de que, en efecto, mis sueños de esta noche tocaran los suyos...

* * *

Comencé a caminar de nuevo hacia aquí. Pie delante de pie delante de pie, sin parar, sin ver a los lados, sin ver la vida que se va. Sin abrir el libro, sin mirar otros ojos, sin buscarla inútilmente a mi alrededor.

Llegué y, más calmado, decidí que sería tonto dedicarle el cuento que estaba leyendo. Poco me faltaba para terminarlo, después de todo.

Y ahí, al abrir el libro, la volví a hallar...


El Rey ha regresado. -- El Rey León

Cuando se muere alguien que nos sueña, se muere una parte de nosotros. -- Miguel de Unamuno

No se es amigo de una mujer cuando se puede ser su amante. -- Honoré de Balzac

No quiero necesitarte... porque no puedo tenerte. -- Clint Eastwood

Los sueños nunca desaparecen siempre que las personas no los abandonan.

Odio ver que te vas, pero adoro ver como te marchas. -- John Travolta

Pensamos demasiado, sentimos muy poco. -- Charles Chaplin

Ves cosas y dices,"¿Por qué?" Pero yo sueño cosas que nunca fueron y digo, "¿Por qué no?". -- George Bernard Shaw

Todos los hombres tienen una mujer en el pensamiento; los casados, además, tienen otra en casa. -- Noel Clarasó

Hay momentos en la vida que extrañas tanto a alguien que tan sólo quieres tomarlo de tus sueños y abrazarlo de verdad!

El amor está hecho casi enteramente de curiosidad. Y así se explica la brevedad de la mayor parte de los amores, que mueren en cuanto la curiosidad queda satisfecha. -- Remy de Gourmont

Claro que las mujeres son tontas... Si no, no se enamorarían de nosotros. -- Gorka

Es importante descubrir lo que estamos acostumbrados a mirar todos los días. Los secretos que, debido a la rutina, no conseguimos ver. -- El peregrino


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