sábado, 30 de agosto de 2008

En el Recreo


Entré junto a mi hermano al Recreo, el Centro Comercial que está cerca del boulevard de Sabana Grande. Habíamos cuadrado para ir al cine, a pesar de ser Jueves. Odio ir los días que hay promoción de mitad de precio, pues el cine se llena de gente, y más de una vez me he llevado un chasco en una película por culpa de un vecino que no se concentra. Prefiero pagar un poco más, pero tener más chance de ver la película en silencio, habrá menos "perraje", y sobre todo, menos cola...

Justo al pasar por el Mc Donald's que está en la entrada, me pareció ver entre la gente un culo conocido. Le comenté a mi hermano, y aceleramos el paso para tratar de alcanzarla. En camino, pasamos por una chica que ofrecía a los que pasaban varias rosas artificiales que tenía en las manos, y decidí comprarle una, aún pensando que no debía.

Cuando logramos atravesar la multitud de gente que pulula en cualquier Centro Comercial céntrico de la ciudad a esas horas de la noche -bueno, a cualquier hora-, confirmé con emoción que sí era ella. Me pareció que iba acompañada de otra chica a la que en ese momento aún no conocía...

A punto de alcanzarlas, mi maldad se despertó. Le cuchicheé mi plan a mi hermano, y ajustamos el paso al suyo, a poco más de un metro de distancia. Apenas aguantando la risa, hablé en voz alta, pero con voz de malviviente:

- Epa, mamita, 'tas riquiquita!

Como esperaba, ninguna de las chicas se volteó. Pero hubo un cambio en la forma en la que caminaban, que hizo notar que me habían escuchado, y que sabían que la vaina era con ellas. Cualquiera que haya acompañado a una amiga mientras pasa frente a una construcción en la que todos los obreros le comienzan a lanzar "piropos" sabrá a qué me refiero.

- Vamos a hacé cositas juntos, mami! -continué atacando- Vente que te muestro lo que es un macho de veldá!

Las chicas aún no se daban por enteradas de la situación, y por la cara que tenía mi hermano, ninguno de los dos soportaría la risa mucho más, así que comencé a exagerar la nota.

- Si así es el infierno, que'l Diablo me lleve! -dije, recordando de mis tiempos de bachillerato la frase que remedaba a Popeye- Mamita, vamos a hacé pupú juntos! Déjame ser la calne mechá de tu empaná!

Nada. Pensé que para este momento ya no habrían soportado, y se habrían volteado a insultar al impertinente, pero las chicas aguantaban estoicamente. Qué hacer?

En ese momento, un inocente transeúnte entró al juego. Era un hombre de cuarenta-y-muchos, bien vestido, que iba avanzando casi a nuestro paso, sin vernos. El tipo se acercó un poco a las muchachas, con la evidente intención de pasarlas para seguir su camino, y lo que se me ocurrió hizo que me diera cuenta de qué tan malvado puede llegar a ser el ser humano.

Me acerqué a ella desde la izquierda, mientras el hombre lo hizo por su derecha. Justo cuando él iba a soltar un "permiso", me incliné hacia el lado derecho de mi amiga y susurré con la voz más sucia que pude:

- Mami, pero es que a tí provoca meterte mano por todas partes!

Justo ahí, le pellizqué la nalga derecha...

En verdad, nunca pensé que todo pudiera salir tan redomadamente bien: En un sólo movimiento, mi amiga giró y lanzó una cachetada, pero hacia el lado en el que había recibido las invasiones a su espacio: su derecha. Acertó de lleno en el rostro del hombre, que se quedó de piedra mientras la gente a nuestro alrededor abría un espacio de seguridad (pero seguían su camino, sin detenerse).

Mientras mi hermano se retorcía de la risa en el suelo, me acerqué con cara de consternación, incluso cerrando los ojos y pellizcándome el tabique de la nariz, como una madre que está a punto de amarrar a su hijo para que deje de tremendear, e imprequé a mi amiga:

- Pero bueno, qué te pasa? Por qué el ataque? Mira como dejaste a ese pobre hombre! Por qué a las mujeres les gusta abusar de nosotros, los desvalidos hombres?

Una luz se encendió en los ojos de la chica, aunque no sabía si era ira o simple entendimiento de lo que yo acababa de hacer. Sin darle tiempo a reaccionar, me dirigí al cacheteado:

- Amigo, discúlpela. En verdad estoy muy apenado, porque esto no debió pasar. Ella en verdad es inofensiva, pero a veces pierde un poco el control. Ya sabe, está cú-cú... -dije, moviendo mis ojos de un lado al otro- Seguramente no tomó su dosis de hoy, y sin sus calmantes es imprevisible. De hecho, le recomiendo que se aleje un poco más... Un poquito más... Ahí está bien. Mire, le diré qué: para tratar de hacerle olvidar este mal rato, acepte este presente -le coloqué la rosa en las manos- que de seguro le hará ganar puntos con la bella chica a la que iba a ver. No lo detengo más; siga su camino, y una vez más, disculpe...

Me sentí como en una película de Benigni... Justo ahí me giré hacia ella.

- Y tú, basta. Ahora, vienes conmigo. Y más te vale que te portes bien, o te voy a dar un par de nalgadas para que aprendas! -le agarré de la mano con la intención de llevarla como a una niña regañada, pero los dedos decidieron entrelazarse- Ahora, déjate de inventos, y dame un beso, que no me has saludado...

El beso no llegó, pero al menos me gané una sonrisa que aún me ilumina. Y jamás olvidaré las palabras que me dijo en ese momento, entre risas, frases que aún hacen galopar mi corazón cuando las escucho de nuevo de sus labios:

- Coño, es que eres un hijo de puta!

Obviamente, no hubo cine para mí esa noche. Mi hermano fué, con la amiga de mi amiga, pero nosotros nos quedamos sentados, compartiendo recuerdos, con un café, y creando futuros, con una sonrisa. A veces, el destino elige las formas más extrañas para iniciar historias...


La cobardía es asunto
de los hombres, no de los amantes.
Los amores cobardes no llegan
a amores ni a historias, se quedan allí.
Ni el recuerdo los puede salvar,
ni el mejor orador conjugar.

-- Silvio Rodríguez (Óleo de mujer con sombrero)

El caso es que hay gente que no puedes sacar de tu mente, de tu deseo, de tu recuerdo, de tu corazón. Así, sin razón. Sin que ellos hagan nada. Sin que haya nada que te lo recuerde... Sencillamente, de vez en cuando, el corazón se te atora pensando en esa persona. -- Gorka

7 comentarios:

Anónimo dijo...

que lindo final, me gusto mucho, asi conquistas a cualquiera Oscurito.

Morbridae dijo...

hmmm... Me quedé un poco confundido. Qué haré cuando te vea? Invitarte un café? Pellizcarte una nalga? Entrelazar nuestros dedos...?

algo para mostrar dijo...

Hola, si, todavia con el lio de Wordpress, pero ya que importa, me mude para blogger, bueno, el cafe suena bien, y lo demas bueno...

algo para mostrar dijo...

.... actualiza la dir de mi blog http://algoquedecir2.blogspot.com, besos...

Morbridae dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Len dijo...

Dios mío, ese "piropo" de "vamos a hacé pupú juntos!" es lo más insoportablemente ordinario que he oído en mi vida. Te juro que a mí me dicen esa vaina y de una le meto un coñazo al tipo, jajajaja (snif-enjugando una lágrima de risa).

rhladr dijo...

LOL... tenías que ser tú, el CDM! XD