martes, 2 de octubre de 2007

Ratón


Ratón asomó su curiosa naricilla por la entrada de su agujero apenas se despertó. El olor de un nuevo día, con sus promesas de aventuras y comida, lo atraían irremisiblemente. El hambre y las ganas de hacer el amor con una hembra, lo incitaban a salir, aún a sabiendas del peligro que existía afuera.

La vida de Ratón era, como mucho, insignificante. Cortísima, comparada con otras maravillas de la creación, y sin importancia para nadie. Y, seamos sinceros, él no tenía idea de esto. No estaba muy claro en su lugar en la vida, ni su mortalidad, ni nada... Se limitaba a alimentarse, reproducirse, esquivar depredadores. Un día a la vez, en una interminable sucesión que lo hacía creerse inmortal.

Ratón salió del agujero que alguien llamaría hogar, y correteó junto a una pared, buscando. Los aromas lo rodeaban, las imágenes lo engullían. Con pequeñísimos pasitos, recorrió rápidamente las distancias, esquivando enormes máquinas, paredes y agujeros, e incluso a un Humano que lo vió y se apartó de él con una mueca de disgusto.

Con el corazón a mil por hora, Ratón siguió avanzando con la seguridad que da la práctica. No estaba seguro de qué buscaba, pero pensaba que lo reconocería al encontrarlo.

Y de repente, se detuvo en seco.

Con los bigotes temblando de alegría, Ratón se irguió en sus patitas traseras. Había olido queso. O quizás, el aroma excitante de una hembra dispuesta a compartir placer con él. Realmente, ya nunca lo sabremos.

Sin que Ratón se diera cuenta, su vida acabó.

Un gato. Un carro. Una caja que cayó sobre él. Lo que haya sido, no importa. Ratón dejó de existir, sin dejar más huella que los pequeños ratones que engendró.

En millones de agujeros, millones de ratones despertaban, comían, copulaban, se escondían. Ninguno supo que Ratón murió. Ninguno supo que Ratón vivió. Ninguno lo echó de menos, ninguno lo lloró. El mundo siguió girando, sin detenerse, sin apenas enterarse que una vida había sido sesgada. Cada ratón siguió pendiente de buscar su comida, de conseguir una hembra con quien reproducirse, de que nadie se lo comiera.

Ninguna de las hembras con las que estuvo lo recordaría, y tanto habría dado que hubiera estado con una o con mil: no había diferencia. Ninguno de los pequeños ratones que le debían su existencia terminarían recordándolo, pues todo su pensar se enfocaría en lo mismo: comida, sexo, seguridad.

Ni siquiera el Humano que lo vió cruzar frente a él lo recordaba ya. Ratón era un ser diminuto y sin importancia para él, que ocupaba un lugar tan importante en el mundo.

Ratones y Humanos, tan diferentes entre sí.

Tan diferentes, y tan inevitablemente, desesperantemente, aterradoramente iguales...


El tictac de los relojes parece un ratón que roe el tiempo. -- Alphonse Allais

Hoy en día, si inventas una mejor ratonera, el gobierno inventa un mejor ratón. -- Ronald Reagan

Usa el ratón, Luke! -- Obi Wan Gates

1 comentario:

Verena Sánchez Doering dijo...

uiiii que bonito como cuentas la vida de un raton
yo les tengo terror, pero como lo cuentas senti hasta ternura
la verdad que la vida es asi en general para todos, naces, creces, caminas por la vida y no todo el mundo nos ve, un dia morimos, nos lloran pero el tiempo se encarga que el dolor se vaya
los ratones asustan, salen de repente, ademas llegan a la comida, por eso no se les quiere mucho
gracias por tus lindos saludos y tu compañia,
que estes muy bien, besitos

besos y sueños