sábado, 30 de diciembre de 2006

Final de Año

Otro año que pasa. Otro día especial, que marca inicio de un nuevo período, que marca cambios, que indica que tenemos un nuevo chance de ser mejores.

En general, este no fué un buen año para mí. No hubo ningún cambio a mejor. No crecí como persona, no crecí como profesional, no crecí como nada. Si acaso, crecí en circunferencia.

Sigo sin laptop, sin apartamento, sin aventuras, sin tienda... Pero al menos sigo.

Como muchos me han dicho, Asier fué lo mejor del año, pero como les he respondido, aún así es trampa, pues es noticia del año pasado. jajaja! Ha crecido mucho, tiene mucha personalidad, y es adorable. Una vez más, chicas, considérenlo mi aviso publicitario: Miren qué lindos los hago!

La nostalgia sigue siendo la protagonista de estos días.

Felicidades a mi gente. Felicidades a los que si les fué bien. A los que crecieron, a los que se enamoraron, a los que les creció la gente. Y a los que los corazones les siguen latiendo.

En general, este no fué un buen año para mí. Pero sigo igual de necio, igual de soñador (de hecho, creo que con más sueños), igual de Gorka... Así que creo que no estuvo tan mal, verdad?


Una vez más, sin frases. Sólo la obvia:

Feliz Navidad y Feliz Año!

jueves, 21 de diciembre de 2006

Nadie


Todos tenemos un Nadie.

A medida que nos adentramos en la vida, que recorremos nuestro camino, recopilamos una cantidad inimaginable de caras. Gente que pasa a nuestro lado --algunos más cerca que otros-- y que dejan su huella, o su cicatriz, en nosotros. Personas a las que amamos, odiamos, ignoramos, gente con la que disfrutamos de una noche de rol o baile o sexo, de una tarde de pizza con cervezas, con la que hablamos de los temas más trascendentales o de la conversación más banal.

Entre todo ese inmenso grupo de personas, muchas de las cuales ni siquiera recordamos haber olvidado, siempre llega alguien que, queriendo o sin querer, se clava en nuestros corazones. Esa persona que no solo nos mueve el piso, sino que causa terremotos. Esa persona que, no importando cuánto trates, siempre está velando tus pensamientos, y esperando para asaltar tus sueños. Esa persona que no puedes arrancar de tu vida, principalmente porque no quieres hacerlo.

Esa persona es tu Nadie.

Por qué Nadie? No lo sé. Por qué no? A lo mejor es por la cara apenada o culpable que pone la gente, mientras cuelga el teléfono y dice con una voz natural perfectamente estudiada "No, no era Nadie". O por las veces que he escuchado responder "con Nadie en particular".

Es un caso curioso, esto de los Nadies. El Nadie puede ni siquiera saber que la persona existe... Muchos Nadies ni se acordarán de tí, o sentirán algo por tí. Y, al igual que en las relaciones "normales", lo más rico será cuando dos personas sean el Nadie el uno del otro.

La triste verdad es que aún no sé lo que define a un Nadie. A lo mejor para ser Nadie tienes que entrar a la vida de la persona muy temprano (quizás, pero no necesariamente, de primero), para que tenga tiempo de perderte y extrañarte. Sin embargo, he conocido gente que ha encontrado su Nadie cuando ya no creía que esas cosas existieran. Aunque este caso es el más extraño, y quizás suene hasta contradictorio, verdad?

La mayoría de las personas ven a su Nadie como un sueño inalcanzable. Otras tienen un Nadie con quien compartieron una noche, o que incluso fué su pareja en algún momento. Unas pocas personas, quizás por algo de suerte, quizás por mucha claridad junto a un poco de valor, tienen la felicidad de estar compartiendo su vida con su Nadie.

Al igual que hay unos pocos que sufren la desdicha de darse cuenta de que su Nadie realmente no es nadie...

Porque lo triste es que para el ser humano lo mejor es siempre lo que no pasó. Aquella persona a la que no has visto en años se te antoja más atractiva porque la mente tiene la habilidad de borrar las cosas malas y dejar solo lo bueno. Es por ello que muchos de los que reencuentran a su Nadie años después se encuentran solo con desilusiones.

Me hace gracia mirar hacia atrás, o hacia los lados --debe ser por eso que tropiezo tanto, por no mirar hacia adelante-- y notar que muchísima gente tiene un Nadie en su vida. Incluso me he convencido de que, aquellos a los que no le conozco un Nadie, no es porque no lo tengan, sino sencillamente eso: No se los conozco.

Piensen un momento en la gente que han conocido...

He conocido gente que días antes de casarse le rogó a su Nadie para que se arriesgara con él, capaz de botar a su futura esposa sin pararse a pensarlo dos veces. Esta persona hoy sigue casada con su pareja, y no sé qué tan a menudo piense en su Nadie.

He conocido gente que no creía que tendría chance con su Nadie, y que de repente ha cumplido su etapa con esa persona. Llegó en un buen momento, sin ataduras que impidieran que viviera su sueño, y dejó un bello recuerdo. Ojalá se dé cuenta que no tiene por qué parar allí, que aún sigue siendo su Nadie...

He conocido gente que luchó para que alguien fuera su Nadie, a pesar de que la persona le dijo que nunca lo sería. Ha pasado tiempo, ha llovido sobre mojado, y ya esa persona jura que su Nadie dejó de ser alguien... Pero aún lo siente, aún lo recuerda, y aún sabe --aunque no lo acepte-- que si su Nadie aceptara, permitiría y disfrutaría que le iluminara su mundo.

He conocido gente que tiene a su Nadie. Ancianos que se aman como el primer día, o la pareja que logra vivir su vida sin tratar de ser uno solo, sin tratar de obligar al otro a dejar de ser lo que en verdad es.

He conocido gente que ha superado a su Nadie. Habla de ella como un bello recuerdo, sin importar que haya ocurrido o no. No se ven, no se hablan, y a lo mejor ni están. Pero es feliz, y quizás haya conseguido otro Nadie en su vida.

He conocido gente que nunca podrá escapar al recuerdo de su Nadie. Una ruptura limpia es lo mejor, pues te permite interiorizar la herida, sanarla, y seguir adelante. Pero con tu Nadie nunca puedes terminar así: siempre quedan las ganas, los sueños, los "y sí"... Y por eso esas heridas nunca cicatrizan, y quedan doliendo por siempre. Por eso los corazones divididos...

He conocido gente que se dió cuenta muy tarde de lo importante que era Nadie en su vida. Gente a la que lo nunca dicho pesa sobre sus espaldas, un poco más a cada año que pasa (porque las cosas que nunca se dicen suelen ser las más importantes). Que no sabe si su Nadie representa amor, deseo, o solo sentimiento de pérdida, de lo que pudo ser y nunca será. Que ni siquiera sabe qué siente su Nadie a este respecto. Olvídame, que yo te recordaré... Una espina eterna en el corazón.

He conocido gente que antes eran como los anteriores, pero que decidió hablar. Gente que quizás eligió un mal momento para hacer lo que debió hacer antes, que quizás esperó de más, pero que eventualmente agarró valor y dijo lo que sentía. Gente que está dispuesta a hacer lo necesario para vivir su Nadie, que lo que más desea es amanecer un día y ver a su Nadie durmiendo encima suyo. Que sabe que quizás perdió a su Nadie, pero que no está dispuesto a perderlo de nuevo, si logra una segunda oportunidad.

Ojalá esa gente logre su sueño. Y ojalá al despertar, haya cubierto su deseo, o se sienta defraudado lleno de un "esto era todo?", o descubra que Nadie es realmente nadie. El problema de lograr la victoria es que luego no sabes qué hacer con ella.

Porque si esa persona despierta viendo a Nadie, y sigue sintiendo ese amor; si despierta y se da cuenta que nunca será feliz a menos que cada día vea esa cara al despertar, tendrá que decidir si seguir con su camino y seguir en un sueño eterno y una duda sin respuesta, o si tomar las riendas de su vida, romper lo que haya que romper, y apostar a que tenemos alas y saltar al vacío. Y es por eso que tantas veces huímos de nuestro Nadie. Porque aparte del amor que nos despierta, del deseo que nos consume, de las dudas que nos retuercen, de los recuerdos que nos torturan, aparte de todo eso, Nadie también nos da miedo.

Tendremos el valor?


Y es que empiezo a pensar
que el amor verdadero es tan sólo el primero.
Y es que empiezo a sospechar
que los demás son sólo para olvidar...
-- La Oreja de Van Gogh (Rosas)

Porque la esperanza necesita poca tierra para crecer en el corazón humano. -- Angel Arias (Cuentos de pareja: Residencia para ancianos)

Las segundas oportunidades existen en el mundo por la esperanza.

Libros gastados, zapatos viejos, y aquellos besos que son eternos. -- David Bustamante (La Magia del Corazón)

Muchas veces, lo que llamamos amor es solo dependencia, costumbre, y miedo de perder al otro...

Aquí estoy, alimentándome de fantasías ya sin nombre, gastadas de tanto retocarlas, de mejorarlas, de intentar tocarlas, más cuando y como no lo consigo... -- Lua