jueves, 2 de julio de 2020

El robot se cansa


El tiempo y los recuerdos funcionan de maneras misteriosas, y lo que ayer fue lo más importante de la vida, mañana se nos olvida, y sale de nuestras almas.

Así me pasa con este blog, que durante tanto tiempo fue de importancia capital para mí, y que hoy cuando lo veo me da dolor notar que llevo años sin dedicarle tiempo, sin visitarlo, sin darle una mano de pintura o quitarle el polvo, siquiera.  Desde hace ya varios años solamente hago apariciones estelares, cameos, dejando escritos que a veces ni siquiera nacieron aquí.

Me justifico a menudo pensando que el blog es mi psicoanalista, el compañero al que recurres para contarle tu vida cuando la misma no está funcionando, y que el hecho de que no haya tenido necesidad de hablarle, quiere decir que todo marcha bien en mi vida.  Pero la verdad es que, a pesar de que eso es cierto, y mi vida está en la mejor de las etapas, la verdad es que no es excusa para no visitar a mi amigo de siempre y darle afecto.

Hoy es distinto.  Hoy sí vine con la intención de visitar, y espero, hacerlo a menudo.

Todo lo disparó un juego al que me meto por temporadas, Diablo 3.  Terminó la temporada, estoy haciendo limpieza de los cachivaches que la misma dejó (los que lo jueguen, entenderán), y me puse a hacer el proceso repetitivo de personalizar mi equipo, buscando que el azar me ayude a que quede mejor.  Mientras gastaba mi tiempo en ello, pensando "bueno, me detengo cuando me salga Rend otra vez", mi cerebro de computista se puso a pensar en "y qué pasa si no sale en un mes? No me voy a quedar aquí como un pendejo!".

Y ahí voló la memoria, como le pasó al crítico de Ratatouille... de repente me recordé a mí, hace mucho más de treinta años, leyendo un libro de introducción a la computación, y recordando la explicación de un algoritmo sobre cómo hacer un robot que fuera preguntando precios de un producto.  El algoritmo original no tenía una condición de parada, sino que el robot caminaría y caminaría por siempre a menos que consiguiera el producto al precio adecuado, y el libro sugería agregar una condición de "si no estás cansado, continúa".  Revolucionario para mi mente de la época. XD

Y ahí me comió la nostalgia, recordando esos buenos momentos, ese período que no debe haber sido mayor a 5, máximo 10 años, de mí siendo niño, leyendo libros sobre cómo programar, cómo jugar ajedrez, cómo hacer juguetes que funcionen o cómo ser detective.  Tomando toddy frente a la tele, emocionado del capítulo de mis comiquitas favoritas que vería ese día, ya con la tarea terminada.  Incluso de mí usando una caja de pañales y un batidor para jugar a que era un cazafantasmas...

Mi hijo tiene ya 14 años, y es todo un adolescente.  Por gusto o por la época, jamás jugó, que yo sepa, con un batidor, ni a cazafantasmas ni a nada, ni creo que haya leído algún libro de cómo ser carpintero.  Sus juegos de niño siempre han sido videojuegos, en la presentación que quieras.  Y yo, que soy gamer empedernido, no se lo detuve, pero sí he tratado de que al menos sepa divertirse de otras formas: libros, cómics, juegos de mesa, jugar a la ere o al escondite... pero con poco éxito.

No me duele que los chicos de hoy en día estén pegados a videojuegos o redes sociales (aunque me preocupa un poco la chica que necesita mostrar el escote en Tik Tok o Instagram para recibir numerosos "tú si eres linda" que le suban el ánimo y demuestres que es valiosa!), pero siento que se ha perdido un poco la mística, el ir a jugar al monte y regresar con las rodillas raspadas y el alma encendida, el usar piedras y palos y mucha imaginación para armar épicas batallas y derrotar a un dragón que, para los menos entendidos, era solo otra piedra más...

Ya mi bebé tiene 14 años.  Ha tenido novia, tiene sus amigos, y va rumbo a su vida en este siglo XXI ahogado en tecnología.  Ya pasó la etapa de la imaginación?  Ya no podré matar dragones en forma de piedra con él?


He visto cosas que ustedes nunca hubieran podido imaginar. Naves de combate en llamas en el hombro de Orión. He visto relámpagos resplandeciendo en la oscuridad cerca de la entrada de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, igual que lágrimas en la lluvia. Llegó la hora de morir.
-- Roy Batty (Blade Runner)