miércoles, 25 de junio de 2008

Jugando a vivir


El niño ve los carritos de la feria, y su rostro se ilumina. Agarra a su papá de la mano, y lo arrastra hacia los carros, más con el corazón que con la fuerza de sus pequeños músculos.

Al fin, logra acercarse a su meta. La pista es una pequeña figura similar a un óvalo mal dibujado, sobre la que recorren en un camino sin fin media docena de carritos alegóricos, comenzando por un camioncito de bomberos y terminando por un Jeep blanco.

"El blanco, el blanco!!!", grita con alegría el niño, a pesar de que fué el carro de bomberos rojo el que le llamó la atención al principio. Cuando la seguidilla infinita de carros se detiene para hacer acopio de nuevos pasajeros, el niño corre y se encarama en el Jeep.

Por qué el blanco? Por qué no el rojo? Por qué el último, y no el primero? Dependiendo de su elección, el niño terminará sentado al lado de una niña linda, con quien compartirá el viaje aún sonriente, o al lado de un niño molesto porque tiene que compartir su vehículo, o completamente solo...

Las vueltas inician, y con ellas la alegría del infante agarra aires. Gira los volantes del vehículo como si estuviera manejando realmente el carro, soñando con competencias de Fórmula 1 o con persecuciones policíacas. En su inocencia es el protagonista de una historia, sin darse cuenta de que sus giros al volante no controlan al vehículo, no hacen diferencia en sus direcciones en la pista, sin notar ni siquiera que la pista es una figura sin salida. No lo nota, ni le importa.

Al terminar, el encanto desaparece. El niño se baja de su carrito, quizás alegre por lo vivido, quizás lloroso porque la aventura terminó. De su padre dependerá que pueda dar otra vuelta, y eso basado en consideraciones tan pueriles como si le queda dinero en el bolsillo para pagarla.

Un recuerdo se ha creado, y el niño soñará con volver a los carritos, al menos hasta que otra cosa ocupe su mente. Vuelva o no, el mundo seguirá girando, sin haber cambiado su velocidad, ni haberse enterado de que un niño fué, por un momento, inmensamente feliz.

* * *

El hombre ve sus posibilidades, y se alegra al saberse vivo. Agarra su destino y lo maneja hacia el futuro que desea, o se deja llevar por las circunstancias y las acepta, de mejor o peor grado.

Camina por la vida y realiza las elecciones que mejor le parecen, en base a sus gustos o sus planes; elecciones que cambiarán la dirección de su vida. Sin embargo, recordemos que el camino es desconocido: es trampa pensar que podemos influir en el futuro, pues nunca sabremos cuál es la dirección "correcta".

Decide unir su vida a otra persona, quizás a la que siempre le gustó, quizás a la que en ese momento estuvo ahí, o a la que en ese momento fué la "adecuada".

Dependiendo de su elección, el hombre tendrá una pareja con la cual soñar, planear, lograr, envejecer, o solo una mujer a su lado con la que compartirá algunas cosas, a veces. Quizás una amiga de por vida, o una enemiga a muerte con la que serruchar los bienes algún día.

La vida sigue, y a cada éxito el hombre se siente realizado. Un aumento de sueldo, una oficina, una nueva cuenta... El hombre siente orgullo por sus logros, o quizás siente vacío, porque sabe que no son importantes, o porque no los puede compartir con la persona apropiada. Sea como sea, disfruta pensando que cada día escribe una página del libreto de su vida, sin recordar que el final ya está escrito, y que lo único importante es el camino.

Al terminar, o quizás antes, el encanto desaparece. El hombre muere, alegre por lo vivido o lloroso porque su vida terminó y le faltaron cosas por hacer, lugares que ver, logros que obtener, personas que amar. Quisiera dar otra vuelta, como los niños hacen en los carritos, pero no tiene un padre a quien pedírsela. No hay precio posible a pagar para una segunda vuelta en esta vida.

Un recuerdo se ha creado en algunas personas, hijos, familia, amigos, y ellos lo recordarán, al menos hasta que sus propias vidas ocupen por completo sus mentes. Algo tan importante como una vida se ha apagado, pero el mundo no se ha enterado de ello. Las poquísimas personas que se dan por aludidas quizás compartan una lágrima, compartida o secreta, pero continuarán caminando, sin nunca enterarse de todos los recuerdos, alegrías y tristezas que acaban de morir con el hombre.

* * *

La vuelta acabará hagamos lo que hagamos. No sé si sea lo correcto o no, pero creo que la disfrutaremos más si la vivimos como un niño en un auto de feria: agarremos el volante, creamos que es un auto de verdad, soñemos y riamos. Lo menos que podemos hacer es disfrutar al máximo el tiempo que dure...


La única diferencia que existe entre un capricho y una pasión eterna es que el capricho es más duradero. -- Oscar Wilde

Podrás quitarme la esperanza, pero no el pensamiento.

Todos los hombres se aferran a la convicción de que para cada uno de ellos las leyes de la probabilidad son canceladas por el amor. -- Merlín

Dios creó al hombre porque adora las historias. -- Dicho Yiddish

La mente no hace más que crear abismos que solo el corazón puede cruzar. -- Lua

5 comentarios:

Capochoblog dijo...

Me quedo con el cierre que le has dado... La vuelta acabará, hagamos lo que hagamos... y jamás más cierta una frase de Oscar Wilde...

Besos...

P.D: Me enamoré del crio del carrito blanco!!! Se acordará de la niña que le hizo tomar la decisión?

Anónimo dijo...

Todos hemos sido ese niño del carrito blanco, el mio esta estacionado abajo.

Saouri dijo...

Me fascina como dejas caer frases de canciones dentro de tus escritos.
Besos.

Unknown dijo...

El camino es lo que importa, el final es el mismo para todos....nada más cierto, verdad?

Un abrazo ;)

Soronthar dijo...

De inmediato recorde una frase que me marco:

"Vivir la vida significa crear recuerdos" -- Louis Barajas