domingo, 4 de mayo de 2008

Lejos de tí


Cerré tras de mí la puerta de lo que desde ese día sería lo único que, quizás, llegaría a conocer como hogar. Dejé caer al lado de la cama los bultos que contenían lo poco que me quedaba de vida, y me desplomé sobre el colchón...

No sé cuanto tiempo pasó hasta que me desperté, volviendo poco a poco a la realidad. Los días de escapar, el dolor de la pérdida, la rabia de la injusticia, habían sido demasiado para mi cuerpo. Pero aunque dormí, sueños de mi país, de mi familia, me negaron cualquier chance de descansar en verdad.

Me paré de la cama y me acerqué al baño. El agua fría que mojó mi rostro me afianzó en el mundo de los despiertos, pero la cara demacrada, macilenta y sin afeitar que me mostró el descascarillado espejo, me hicieron pensar más en una pesadilla. Las ojeras me daban el aspecto de un cadáver, que era como en efecto me sentía.

Sentado en la cama, abrí uno de los bultos. Saqué la golosina que esas manos que tanto significaban para mí, y que no volvería a ver, me habían dado al despedirnos. Recordé la sonrisa inocente, que desde su carita había iluminado nuestros rostros y nuestras almas, y en silencio lloré por mi dolor.

Coloqué el dulce sobre la caja que completaba el mobiliario de mi -ahora- casa. El hambre roía mis entrañas, pero ese dulce era el único recuerdo físico que me ataba a mi vida antes de mi muerte. Me quedé viéndolo, contemplando su envoltorio, imaginando su sabor, y sintiendo el cariño por el que había llegado a mis manos.

No me lo podía comer. Comerlo significaría perderlo, significaría aceptar que todo había acabado, y eso era algo que nunca haría. No podía darme el lujo de perder mi ancla a la felicidad.

Que ésta sólo existiera en mis recuerdos no la hacía menos real...

* * *

Terminé de vestirme y me asomé al espejo, y la sonrisa que ví me convenció de que esta sería una buena noche. Algo de colonia, y un rápido corte de uñas, era lo único que faltaba.

Me senté en la cama, abrí la mesita de noche, y revolví su contenido buscando el cortauñas. En el camino, mis dedos se tropezaron con un paquete pringoso, y con una mueca de asco, lo saqué de la gaveta.

Desde mi mano me miraba mi dulce.

Me quedé mirándolo, con cara de idiota, primero preguntándome de dónde había salido, y luego pensando en cómo lo pude haber olvidado. De golpe vinieron a mí toneladas de recuerdos, imágenes de otra vida, risas perdidas en el tiempo.

Seguí sentado en la cama, ahora con una sonrisa melancólica en el rostro, recordando, disfrutando los recuerdos. Y decidí disfrutar del dulce.

Al abrirlo apareció derretido, deformado, ennegrecido por todo el tiempo que había pasado guardado. Las ganas que tuve de comerlo se trocaron en asco.

No lo comí cuando pude, no lo guardé como debí, y cuando me encontré con él de nuevo por accidente, ya no podía disfrutarlo. Sencillamente, pasó su momento. Simplemente, dejó de tener significado.

Me sentí mal, pero por las razones equivocadas. No lloré porque ahora me movía en otra vida...

Lloré porque ya no la recordaba.

Lloré porque ya no la sentía.


No basta con tener un sueño. Hay que sentir el dolor que produce para ir tras él. -- Recuerdos de LadyBourbon (El bosque agitado)

Porque ahora somos adultos, y es nuestro turno para decidir qué significa cada cosa... -- xkcd (Grownups)

Las tumbas se abren a cada instante y se cierran para siempre. -- Proverbio Chino

5 comentarios:

Unknown dijo...

I love it.

Un besote! ;)

Anónimo dijo...

Tengo meses leyendote, disfrutandote, saboreandote.

Anónimo dijo...

Claro que si, estas agregado a mis favoritos, y ahora te agrego a mi lista de sitios recomendados en mi blog.

(sin acentos).

Anónimo dijo...

EL FULANO tiempo...

Capochoblog dijo...

Me mato el texto y luego ese broche de oro con las citas, pero las dos ultimas te dan el final perfecto... Bravo!
Tal cual como te dice CHJ, I love it!

Un beso y... gracias por seguir enamorado :)))