miércoles, 20 de agosto de 2008

Juvenal Ravelo


Cada noche, cada uno de nosotros eleva su mirada al cielo, donde quiera que estemos, y nos admiramos. Vemos la oscuridad, y nos preguntamos qué habrá en todo ese vasto espacio (sólo de noche, no es curioso?). Vemos las estrellas, y nos preguntamos cuántas habrán, y qué tan lejos estarán. Y vemos a la Luna, y la admiramos también, cada quien a su manera.

Los poetas le escriben odas describiéndola o ensalzándola; los niños la sueñan y se prometen crecer para un día convertirse en astronautas y llegar a ella; los artistas le cantan y le crean la familia que nunca tendrá; los enamorados la ven y sienten que sus pasiones, sus deseos, sus amores, crecen con ella...

Pero les diré un secreto: la Luna, esa cosa maravillosa que rompe la oscuridad de la noche, esa amiga que ilumina nuestro camino, esa luz en el espacio que a todos nos inspira y que todos admiramos, es sólo un pedazo de piedra gris y fría. Es la luz del Sol, que la mira desde lejos cada noche, quien la ilumina y le permite que, a su vez, nos preste su luz.

Mucha de la gente que nos cruzaremos en nuestra vida es así: es la persona que por sí sola no brilla, pero que se rodea de personas que sí lo hacen para tratar de reflejar un poco su luz; es la persona que aprovecha la fama, los conocimientos, el esfuerzo, la inspiración de los demás para -de forma consciente o inconsciente- sentirse y parecer famosos, inteligentes, trabajadores, creadores...

Pero, de vez en cuando, nos cruzamos con una estrella completa, alguien que brilla por derecho propio.

Alguien como Juvenal.

Al igual que las estrellas que salpican el cielo, muchos de nosotros vemos la luz de Juvenal y nos maravillamos al admirarla, aún cuando -muchas veces- no sepamos el nombre de ese astro que nos ilumina desde arriba.

Quieren un ejemplo? Cada día, cientos -miles?- de personas transitan por la Avenida Libertador, y las gríngolas del día a día impiden que disfruten del mural más grande del mundo, que decora las paredes del corredor vial. Las pocas personas que lo ven no le dan la importancia que en verdad tiene, o desconocen quién fué su creador...

Dicho mural es obra -quizás la más emblemática- de Juvenal. Este artista, nacido en Caripito y estudiado en varias de las mejores academias del país, se encontró un día en París con un arte en movimiento que lo enamoró a tal extremo que no pudo sino dedicarle desde ese momento su vida y su obra por completo.

La obra de Juvenal no se limita a decorar nuestras ciudades, a romper la monotonía del gris de cada día: además de eso, nos recuerda que la ciudad de nuestra, que somos parte de ella, al socializar el arte, permitiendo que el peatón de a diario lo ayude al crear su obra, convirtiendo así al público quizás no en artista, pero sí en parte integral de la obra, y a la obra en parte de nosotros.

Tenemos que estar agradecidos de que, al menos en este caso, la estrella no haya pasado desapercibida: hace algunos días Juvenal Ravelo fué reconocido con el Premio Nacional de Cultura en la categoría de Artes Plásticas. Sin embargo, no hemos de engañarnos, pues el reconocimiento no tiene nada de grande. Al menos, no al ser comparado con la trayectoria de toda una vida dedicada al arte y a mejorar el mundo, varios colores a la vez.

El pintor que pinta sin lienzos... Me corrijo: el artista cuyo lienzo es su ciudad, cuya materia prima es cada pared, cuyos pinceles somos nosotros mismos, cuyo terreno de juego es todo lo que nos rodea; aquél que sacó el arte de los museos y lo llevó a los barrios...

Juvenal, esta es mi disculpa por no haber ido a tu premiación, y la prueba de que aún así estuve allí. Felicidades, y sigue brillando...


Cuando alguien muere, no necesariamente lloramos por ellos, sino que a veces lloramos por las cosas que hacía. Lloramos porque nunca más volvería a hacerlas. Lloramos por las pinturas que nunca nacieron, por los escritos que nunca se crearon... Como los niños se aferran a los objetos familiares, por muy fríos y muertos que estén, sin importarles lo que ha ocurrido o lo que puede ocurrir... -- Ray Bradbury (Fahrenheit 451)

Escribir es sencillo. Solo hay que sentarse y sangrar. -- Ernest Hemingway

El día que ví esto fué cuando en verdad entendí cómo admirar una pintura... -- Gorka


3 comentarios:

Josué Raffo dijo...

Gracias por este trabajo a mi paisano.. conocido amigo de mi pueblo.. muyu singular persona y especial aprecio a su familia.. un saludo amigo..

Alberto dijo...

Solamente un detalle:

Me hubiera gustado mucho haber visto al menos una foto de la obra de Juvenal Ravelo.

Morbridae dijo...

Aún trato de mantener las imágenes al mínimo, hasta que una diseñadora piadosa se apiade -me repito?- de mí. Pero si te fijas, coloco -muchos!- links que en efecto muestran fotos del artista y de su obra...