miércoles, 27 de agosto de 2008

Uno y Otro


Uno es, o al menos eso piensa él, un conquistador. Va al gimnasio cada vez que puede para mantenerse en forma, pues para comprar hay que tener con qué pagar. Ni muy musculoso, ni muy delgaducho, está bueno y lo sabe. Incluso su cara y su cabello son armas de triunfo seguro. Es, en honor a la verdad, una unión de genes bien hecha.

El otro es, o eso cree en verdad, un tipo normal. Ni feo, ni agraciado. Sencillamente, llegó tarde cuando Dios repartió los atributos físicos, y ya Brad Pitt se los había llevado todos. Está lleno de todas esas cosas feas que tienen todos los tipos normales, de todas esas imperfecciones que los seres humanos nos empeñamos en esconder, aún siendo tan naturales como el cuerpo.

Uno aprovecha lo que tiene para tratar de conseguir a las mejores hembras, a las mamis. Sabe que con una sonrisa las tiene en sus manos, pues antes incluso de hablar con ellas ya las presas han picado en la carnada de su cuerpo. Y, como las chicas son tan sabrosas, él está siempre de caza, siempre observando a su alrededor a ver qué presa es digna de ser cogida por él.

El otro sabe que no tiene lo que las mujeres buscan. Quizás lograría levantarse a alguien en una discoteca, pero eso siempre que no haya un modelito alrededor. No es el tipo de hombre al que las mujeres voltean a mirar, y a veces quisiera -sólo por un momento- saber qué se siente estar del lado ganador de la conquista en lugar del perdedor.

A uno las cosas en la vida parecen salirle siempre bien, pues de entrada tiene puntos de más al ir a hablar con alguien. Ha ganado becas deportivas para estudiar carreras que ejercerá como hombre de adorno, tiene dinero para comprar sus gustos porque lo gana vendiendo su cuerpo a la pasarela o a viejas con real, cuando llega a una fiesta se comporta como si fuera el alma de la misma... Y lo es.

Al otro le ha tocado trabajar desde que era joven, peleando para sacar adelante una carrera y su vida al mismo tiempo. Siempre ha logrado destacar en los estudios, pero eso realmente no sirve de nada, a no ser que te conviertas en un profesional dedicado completamente al trabajo, lo que tampoco es una buena perspectiva. En la vida real, en las relaciones, llega un momento en el que no importa si fuiste buen estudiante o si te graduaste al día.

Y sin embargo, la vida es una constante sorpresa...

Cuando las mujeres intercambian datos sobre el primero, todas opinan mal de él. Varias se lo han tirado, y por ello tiene fama de que le cae a todo el mundo. Poco a poco les va cayendo peor a las mujeres, y peor aún a medida que la belleza lo abandona. Antes era el amante perfecto, pero a quien nadie querría como esposo, y con el pasar del tiempo no queda ni siquiera eso.

Cuando las mujeres hablan del otro, todas lo ven como un caballero. Quizás no hayan interiorizado que tiene los mismos deseos que los demás, que es un hombre y no solo una sombra, pero en general lo consideran "lindo". Quizás alguna haya hecho el amor con él, pero no le dirá a sus amigas, y por eso el secreto del otro está asegurado: para todas sería un buen esposo, pero no un amante, y de esa forma se las ha ido cogiendo a todas, casi sin darse cuenta.

Y tú, que quizás no eres ni uno ni el otro, quién crees que ganará esa pelea? De qué lado de la cadena alimenticia te gustaría estar?


Ella es de La Habana,
él de Nueva York
ella baila en Tropicana,
a él le gusta el Rock
-- Ricardo Arjona (Ella y Él)

La vida te da sorpresas,
sorpresas te da la vida
¡ay, Dios!...
-- Rubén Blades (Pedro Navaja)

Un vestido carece totalmente de sentido, salvo el de inspirar a los hombres el deseo de quitártelo. -- Francoise Sagan

2 comentarios:

Alberto dijo...

Déjame adivinar. Perteneces al mismo bando del Luigi, es decir, el de los sabrosotes, de los papacitos, ¿Cierto?. De todas maneras, puedo preguntarle a Lui a ver si son ciertas mis sospechas.

Por cierto, te estás fumando mucho, mijo.

:)

Saouri dijo...

Para cada mujer que sigue soñando su cuento de hadas, existe un príncipe azul.
Tal vez no venga en un corcel blanco, ni tenga los dientes más blancos, o el abdomen más plano, pero al menos tendrán la certeza de que es un ser auténtico y no una criatura mitológica, como la que describes al principio de cada párrafo.

En fin, tengo una amiga que suele decir que no saldría jamás con un hombre que fuese más bonito que ella.

Saludos.