domingo, 30 de noviembre de 2008

La Doble Vida


Véronique, la francesita, se movió con provocativa soltura entre nosotros.

Sin ánimos de exagerar, verla era reconocer la perfección. Quien quiera que la hubiera creado había sabido meter en su poco más de metro y medio de altura todas las cualidades que una mujer no debería tener derecho a disfrutar, al menos todas juntas. Un rostro bellísimo enmarcado en una rojiza melena, con un par de ojos que mezclaban dulzura con promesas; unos senos perfectos, de una redondez imposible de obviar; un derriere capaz de derretir a cualquiera.

Quizás muchos se quejarían, pero hasta las pecas que decoraban su piel eran adorables, cuchis, sexies...

Todos los hombres que conocía -y, estoy seguro, varias de las mujeres- habrían dado lo que fuera por una noche con ella.

Su voz, sus gestos, su sonrisa... Y el colmo era que su perfección no era sólo física, sino que además poseía un estilo, una cultura y una actitud que la hacían, además, una perfecta compañera para casi cualquier cosa. Es decir, hasta las otras mujeres la encontraban muy agradable! Cuándo han visto que una chica tan hermosa le parezca agradable a otras mujeres?

Cómo podía irle en la vida a una mujer así? Una mujer a la que todas las puertas se le abrían aún antes de llamar a ellas, a la que todos deseaban complacer... Cómo podía ser una mujer con esa vida?

Simplemente egoista y malcriada.

No sé por qué, pero aún a pesar del deseo que despertaba en mí, nunca quise realmente tener nada con ella. Quizás es por eso que, mientras todos babeaban a su paso, yo apenas la miraba.

Y quizás fué por eso que, mientras apenas miraba a los demás, ella se encaprichó por mí.

Mis colegas me hacían comentarios, mitad aguantando la risa y mitad aguantando la envidia, sobre los chispazos que se sentían cada vez que ella me veía o me hablaba... "Coronaste!", me decían, o "qué haces que no te la coges?". Y yo, que soy un caballero pero también soy hombre, a quien la vida dió educación pero también hormonas, me encuentro como siempre a mitad de camino entre dos decisiones, e incapaz de tomar ninguna de las dos.

Hasta que las circunstancias me arrastran a ello.

Ocurrió una mañana en la oficina, mientras acompañaba a los demás a tomar una taza de café. Ella entró, radiante como siempre, e iluminando la estancia con su sola presencia. Nos saludó con una sonrisa a todos, y fijó su vista en mí; no sé qué habrá visto esa mañana, o qué sentimiento pugnaba en su interior, pero se acercó a mí sin separar sus ojos de los míos. Se agachó, acercando sus labios a mi rostro, y me dijo suavemente:

- Sabes? -dijo con su atractivo acento- Nunca he hecho el amog con un venezolano, y me pgegunto qué se sentigá...

A pesar de ser un susurro, los demás estaban lo bastante cerca como para escucharlo, y de inmediato la habitación se llenó de un espeso silencio. El tiempo se detuvo, y todos quedaron a la espectativa.

Sin decir nada, me levanté de mi silla. Lentamente, me acerqué a ella, hasta que nuestros alientos se cruzaron. Véronique, que no se esperaba esa reacción -de hecho nadie... Ni siquiera yo-, retrocedió hasta topar con la pared, y arqueó su cuerpo como una gata para pegarse más a ella. Mis labios, poco a poco, eliminaron la distancia que nos separaba...

- Sabes? -dije, con la voz ronca por el deseo- Yo tampoco he hecho nunca el amor con un venezolano... Así que tendrás que buscar a alguien más a quien preguntarle...

Sin darle tiempo a reaccionar, le dí un beso en la punta de su nariz, y me dirigí hacia la salida del comedor, alejándome de ella... Detrás de mí, algunos de los chicos lanzaron unos tímidos vítores.

No sé por qué hice eso. Tal vez no me gusta que me monten cacería; o a lo mejor sencillamente quería demostrar quién llevaba las riendas. Aún no sé si estaba buscando ganármela o alejarla; y tampoco tenía idea en ese momento de si con mi resistencia me había ganado su odio, o si había atraído aún más su deseo... O su amor.

El tiempo se encargaría de aclararme esa duda...


Decisiones, Cada dia, Alguien pierde alguien gana, Ave María
Decisiones, Todo cuesta, Salgan y hagan sus apuestas, Ciudadanía

-- Rubén Blades (Decisiones)

Eso es lo que es la vida, una serie de habitaciones. Y con quienes estamos atrapados en esas habitaciones, dependen de dónde nuestras vidas están. -- Dr. House

Te voy a dar el mejor consejo que te hayan dado en tu vida: sea de lo que sea que estemos hablando, persiste hasta que lo logres, practica hasta que lo domines. No te rindas antes de tiempo, y nunca te excuses en que es imposible. -- Gorka

2 comentarios:

Capochoblog dijo...

Me encanto esa salida!!!

(no me gusta la gente fácil :D)

Besos.

Don Mario dijo...

A mí también