viernes, 23 de noviembre de 2007

Un paseo hacia ningún lugar


Viernes. Seis y media de la tarde, hora Sao Paulo.

La oficina se vacía. Termino la prueba que estoy haciendo, y decido que no seré yo quien se quede aquí para cerrar. Para eso, Caracas.

Salgo de la oficina a buscar mi cena. Por costos operativos, y circunferencias barrigales, he tratado de evitar los muchos, muy baratos y muy buenos sitios de comida que hay aquí. Mis cenas estos días casi siempre han sido un par de manzanas, pero hoy la cambio y añado un yogurt de fresa al menú.

Camino hacia el hotel, entro, y decido que hoy no quiero sentarme de una vez en este cuarto de hotel, solo. Eso me llama, y siempre puedo chatear o resolver algún otro muerto en el código (recuerden que en verdad me gusta programar)... Pero decido que, siendo la fecha que es, no me quedaré aquí sentado. Saldré a dar un paseo hacia ningún lugar.

Dejo la laptop en el mueble, y así como entré, salgo. Cual Samsagaz, me doy cuenta de que no tengo idea a donde me llevarán mis pies, una vez puestos en marcha...

Bien. Esa es justo la idea.

Comienzo a caminar tratando ligeramente de enfilar hacia la avenida 9 de Julio, por un encargo que me hicieron. Recorro la avenida Brigadeiro Faria Lima, pero en algún momento me paso de mi destino. Bien, mejor. Sigo caminando, disfrutando del frescor de la tarde, de la gente, de los sueños que coloco en esa gente, de los sitios conocidos -que no recordaba recordar-, de los sitios desconocidos... Disfrutando de todo.

Camino y camino, aún mucho tiempo luego de dejar atrás el centro comercial Iguatemi, hasta caer de nuevo en terreno desconocido. Paso por una tienda de computación y pienso en comprar la cámara que no pude comprar en Caracas, para que me vean allá; sería rico que me contaran qué carita pone Asier al verme... Pero igual yo seguiré sin poder verlos a ellos, así que el negocio no es tan redondo. Termina de decidirme el no comprarla debido a una cuenta sobre manzanas (las manzanas del principio, de la cena, que aún no he comido) que saqué temprano en el día.

La quieren escuchar?

Cada manzana sale a 1.3r$ (r$ se escribe "reais", se pronuncia como "riais", y vendría significando "reales"). A grosso modo, podemos pensar en 1r$ como en mil bolívares, poco más. En Caracas son 3 o 4 manzanas por 5.000, así que no hay realmente tanta diferencia. Pero debido al maravilloso control de cambio, y dado que 1r$ es más o menos 0.6 dólares, eso quiere decir que cada manzana me sale como en 0.8$. O sea, como en cinco mil bolos.

Adorable, verdad?

De ahí que no compre ni un refresco. Gracias a Dios que se consigue agua barata, o no sé cómo estaría viviendo...

Cuando el momento llega, decido bajar por una paralela a la Faria Lima, una callecita despoblada de gente y carros, pero llena de casas hermosas cubiertas de verde. Les juro que ante esa vista uno no puede decidir si reir o llorar.

Reir, porque te das cuenta que existen lugares hermosos para vivir en plena civilización, en plena mitad de Sao Paulo. Piensas en lo que sería llegar cada noche a esa casa, que tus hijos crecieran en ella, dormir en una cama dentro de ella, despertar el día de Navidad y abrir regalos en la sala de la planta baja... En verdad que es el único momento del viaje en el que me he arrepentido de no haber traído cámara.

Llorar, porque la realidad te aplasta, y te das cuenta de que debes cambiar de dirección tu vida si quieres una casa así. No habrá ahorro de una vida de trabajo que haga que la puedas comprar. Métete a la ilegalidad, o a actor, o mejor aún, esfuérzate más con el Blog para que agarres experiencia, estilo, calidad y publicidad, y te hagas rico escribiendo libros.

Mientras cavilo cómo matar a alguno de los dueños de una de esas preciosidades, me doy cuenta que la mayoría no tienen luz en las ventanas, a pesar de lo avanzado de la hora. Son casas vacías, en venta o alquiler ("aluga-se"), recuerdos de un mundo en otra época, cuando se podía comprar y mantener una casa que hoy en día es inmantenible.

Tendré que vender muchos libros para comprarla y mantenerla...

En este punto pasa lo más cómico de todo el camino, por partida doble. Un carro se para a mi lado, y el copiloto (conduce una chica. Hacen buena pareja) me pregunta una dirección. Como reflejo, se imaginarán qué le contesté... "Eu não falo português!" ("Yo no hablo portugués!"). Pobre hombre. Tanta gente, y le pregunta al que no habla su idioma, al que no es de la ciudad.

El segundo punto cómico? Que lo que me dijo que quedó zumbando en los oídos. Le pido que me lo repita, y resulta que sí sé dónde queda esa calle! Por mi mapa mental, es la paralela a esta en la que estoy! Así que yo, el de otro país, el de otro idioma, guié a un brasilero en Brasil.

Sigo bajando por esa calle, Doctor "algo", cruzo a la rua Mariana Correia, y eventualmente regreso a la civilización, cruzando por la Av. Europa (y algunos de sus "paises") hasta llegar a la rua Turquía. En ese momento al fin llego a mi destino original: he dado la vuelta hasta llegar a la 9 de Julio.

En lugar de seguir por donde debo, cruzo hacia otro lado. Normalmente soy muy ubicado espacialmente, y durante este paseo al parecer he decidido perderme: cuando decido por dónde tendría que ir, elijo cualquier otro de los caminos. Me esfuerzo y me esfuerzo, hasta que al fin, al parecer, en verdad no se dónde estoy. Ni siquiera tengo el sol, para ubicarme con los puntos cardinales...

En esta era moderna, uno nunca siente miedo. Si en verdad estoy perdido, llamaré un taxi y que me lleve al hotel.

Pero me niego. Caminemos. Que los pies decidan.

Avanzo y avanzo. Camino. Ando y desando. Y de repente, sin haber reconocido donde estoy, sin haber visto nada particular, siento que he llegado a algún lado.

Búrlense.

Creo que hay dos Subways en todo Sao Paulo, y encontré uno de ellos, en la rua Bandeira Paulista (309). Este fin de semana creo que mis almuerzos están cubiertos: un día en el Sub, y el otro en Montana Grill. Me niego a sacar la cuenta de cuanto me costará.

Lo que aún no decido es cuándo iré al rodízio de Pizza 510. Son muchas calorías, y creo que un all-you-can-eat o un rodízio no son tan divertidos cuando estás solo...

Mis pasos atraviesan la rua Dr. Renato P. de Barros y me llevan por delante del Café Paulista. Si me hubiera sentado en un café, hubiera sido en ese, amigo, pero no estabas tú. Aún así, me detengo a escuchar una canción en portugués, que creo que es en inglés en original; me aprendo el ritmo para tararearlo y preguntar, aún sabiendo que bastarán unos minutos para que no lo recuerde.

Y así es...

Camino por la rua Pedroso Alvarenga hasta perderme más aún, y me salgo de esa conocidísima avenida (que toco cada día. Estoy en la línea correcta, pero hacia qué lado?). Subo, bajo, y llego hasta un cartel que dice Brooklyn. Tan lejos llegué? Pensé que estaba en Brasil!

Paso frente a un cine, me asomo a ver qué hay, y decido no entrar. No hoy, igual que hoy no hubiera salido de copas con los de la oficina. No lo sé... Quizás no sea la forma de pasar la fecha.

Ya sin saber conscientemente mi ubicación, me tropiezo con la Saraiva, una gran librería en la rua Joaquim Floriano. Adentro veo muchas películas que hubiera comprado, si el cambio no me doliera tanto (incluso la primera temporada de Louise & Clark en 100r$, pero no se si a Lui le sirvan los subtítulos). Lo que sí veo que puedo comprar es el nuevo disco de Britney, Blackout. Si no entendi mal, vale 25r$. Al cambio legal, serian como 25mil bolívares... Pero al cambio REAL serian como 15$, o sea, como 90mil bolos.

Bueno, cada almuerzo me sale entre 20r$ y 30r$, así que no hay por qué llorar: el disco es casi un almuerzo. Si Javi no lo ha comprado, vendré de vuelta.

(Casi 100mil bolos cada almuerzo. Dios, me va a dar algo. Superman, destruye el control de cambio, te lo suplico!).

Sigo caminando sin rumbo un poco más, hasta que algo me dice que ya basta. Está oscuro, bastante fresco, y la caminata ha sido agradable, pero ya ha durado bastante. Me detengo un momento a orientarme, y comienzo a andar.

En cinco minutos estoy de vuelta en la Pedroso Alvarenga. Llego hasta la João Cachoeira (Itaim Bibi), y de ahí al hotel. Diez minutos me tardé en regresar de un camino de casi tres horas. Aún no sé dónde he de ir al encargo, y no estoy seguro de que mañana pudiera llegar a los sitios que me llamaron la atención (el Subway, la librería) sin hacer de nuevo todo el camino... Pero no importa. Si hay que recorrerlo de nuevo, se hará. Aunque sea con Google Maps. Aunque ya Javi me dijo que se compró el CD.

En fin...

Subo al hotel, me desvisto, y comienzo a escribir. Pasaré el resto de la noche escribiendo este diario, cenando manzanas con la mega-navaja que Lui me empaquetó y que al principio pensé que era espacio perdido, y leyendo Eso, que está en plena acción.

Feliz Quinto Aniversario, bella...


Un paseo
Hacia ningún lugar
Damos un rodeo
Y entramos en un bar

-- Estopa (Paseo)

Me gustaría saber en qué tipo de historia estamos. -- Samsagaz Gamyi

No todo el que deambula está perdido. -- J.R.R Tolkien (The Fellowship of the Ring)

2 comentarios:

Unknown dijo...

Tanto hablar de manzanas, el marvao control de cambio, el portugues, Sao Paulo y terminar con semejante ternura....

Te pasaste de lendoooo.....la juventud me ha salvado de no morir de un infarto, porque de pana casi se me detiene el corazón con "Feliz Quinto Aniversario, bella..."

Un beso :d

Lycette Scott dijo...

Hola, pasando a saludar después de unos días perdida...el post? espectacular